Conoce sobre la energía limpia

Aquellos años de uranio, gas y petróleo

Imaginemos por un momento que nos asomamos a 1984, el año en que nació el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). 

La sociedad asistía asombrada al nacimiento en Barcelona de la primera niña-probeta y, por fin, veía en el horizonte la inminente entrada de España en la Comunidad Económica Europea. En tiempos de cambios sociales, el país se modernizaba y vivía una explosión cultural cuya manifestación más popular fue La Movida. Los niños veían La bola de cristal en televisión y en la radio sonaba Thriller, de Michael Jackson. Apple fabrica el primer Mac de la historia.

En el ámbito global, EEUU y la Unión Soviética realizaban pruebas atómicas secretas y la central de Chernóbil inauguró su cuarto reactor nuclear anticipando un desastre que cambiaría la visión sobre esta energía. 

El petróleo tensionaba las relaciones internacionales, creaba nuevos polos de poder regional. Lejos de cualquier preocupación ambiental, los petroleros vertían a menudo su carga al mar, generando mareas negras, y la industria producía sin control ni regulaciones. Un escape en una planta de pesticidas en Bhopal (India) mataba en 1984 a 20.000 personas.

La palabra sostenibilidad no existía en el diccionario. Tampoco se hablaba de cambio climático ni de economía circular.

Eran tiempos de uranio, gas y petróleo. En ese mismo 1984, tras años de obras, entraban en operación las centrales nucleares de Ascó (Tarragona), Cofrentes (Valencia) y Almaraz (Cáceres). Nuestro país había aprobado un año antes la moratoria nuclear: suspender la construcción de nuevas plantas nucleares y mantener solo las existentes, o las que estuvieran a punto de inaugurarse, hasta el fin de su vida útil.

El país dependía energéticamente del exterior: España importaba entonces más de 36 millones de toneladas de petróleo para consumo interno, además del que compraban las refinerías para producir derivados -gasolina, gasóleo, parafina o queroseno- con destino a la exportación. México, Irán y Arabia Saudí eran nuestros principales suministradores. 

El oro negro proporcionaba el 52% de la energía primaria que consumíamos. El 26% era carbón, el 10% energía hidroeléctrica, el 9% nuclear y el 3% gas. Hoy el petróleo representa el 45% de la energía primaria y el gas el 20%, pero ya emergen las renovables como la tercera fuente de energía, con un 16% de cuota. El carbón, por el contrario, ya supone menos del 3% del mix energético nacional.

El año 1984 marcó un antes y un después en la ruta de la sostenibilidad y las energías limpias en España. Los ciudadanos y las empresas entonces no lo sabían, pero estaban alumbrando una nueva era. ¿Cuál es el balance tras cuatro décadas de transformaciones? Menos emisiones, mayor autonomía estratégica y aún mucho camino por recorrer.

Líderes mundiales en autoconsumo solar

España es un país de sol. Lo teníamos todo para ser una potencia mundial en energía solar fotovoltaica cuando esta tecnología comenzó a extenderse a principios del siglo XXI. ¿Lo hemos conseguido? 

Ya estamos en el Top 10 mundial y somos el segundo país europeo en potencia instalada, solo detrás de Alemania. El crecimiento ha sido exponencial desde la derogación en 2018 del llamado “impuesto al sol” que gravaba el autoconsumo en España. 

Desde entonces la regulación se ha encaminado a facilitar los trámites administrativos, permitir la comercialización de los excedentes no consumidos por el usuario y acelerar la instalación de paneles tanto en las llamadas plantas solares como en los tejados de las casas. Con una estrategia de Estado que se plasma en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2023-2030 (PNIEC). 

El nuevo marco regulatorio ha ido en paralelo a la creación de un tejido industrial propio relacionado con el boom de las renovables y un sistema de ayudas directas y bonificaciones fiscales a la instalación de paneles solares que se materializó a partir de 2021 con la llegada de los fondos NextGenerationEU. También se ha facilitado - con líneas de ayudas del IDAE- la creación de Comunidades Energéticas y de Oficinas de Transformación Comunitaria (OTC) para guiar a los ciudadanos en las nuevas vías de autoconsumo colectivo.

Todo este ecosistema ha permitido que España sea hoy la novena potencia solar en el mundo, en un ranking que lideran China, Estados Unidos y Japón. Solo en 2023 nuestro país instaló 5.594 MW de energía solar, para sumar una capacidad de 28.666 MW a octubre de 2024. La solar fotovoltaica ya supone el 20% de la producción eléctrica en España, según la monitorización que hace Red Eléctrica.

Son cifras que miden solo la producción de las plantas solares en suelo: las que ves desde la carretera cuando viajas por España. Pero estas estadísticas no contemplan la producción de los paneles solares instalados en cientos de miles de tejados y azoteas.

¿Cuántas viviendas y empresas disfrutan ya del autoconsumo solar? Hasta ahora era una cifra difícil de auditar, dado que la autogeneración no es registrada por Red Eléctrica.

Pero la Mesa de Diálogo del Autoconsumo, que reúne a Red Eléctrica, energéticas, consumidores, comunidades autónomas, al Ministerio para la Transición Ecológica y a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), ha conseguido poner cifras al autoconsumo: en España ya hay 528.773 instalaciones solares con una capacidad total de producción de 3,88 GW.

El país del sol, del viento y del agua

Renovables vs no renovables.

Las no renovables explotan recursos naturales finitos de nuestro planeta generando grandes impactos en el clima, el medio ambiente, los ecosistemas y la salud humana, tanto en su extracción como en su consumo. Son los combustibles fósiles.

Las energías renovables producen energía aprovechando de una forma natural los recursos que nos brinda el planeta, sin generar emisiones nocivas. Son las que explotan la fuerza del agua, del sol y del viento.

España no ha sido rica en yacimientos de petróleo y gas. Siempre hemos tenido que importar. Nuestros pozos alcanzaron récords de producción en los años 80 de la década pasada. En 1984 se extrajeron 2,3 millones de toneladas de crudo -la mayor parte frente al delta del Ebro-, que apenas cubrían una mínima parte del consumo.

Hoy España ya no extrae petróleo y hemos apostado en la última década por las energías renovables: eólica, solar e hidráulica. A estos vectores se acaba de sumar el hidrógeno verde, gracias al desarrollo de una tecnología que separa la molécula de hidrógeno del agua utilizando energías renovables en ese proceso de electrólisis.

La variedad orográfica de España se ha convertido en una aliada de las renovables. Disponemos de 2.500 horas de sol al año, más del doble que en el centro y norte de Europa, y tenemos emplazamientos únicos para instalar aerogeneradores.

Como el IDAE, la eólica también cumple ahora 40 años en España. El primer parque de aerogeneradores se instaló en Garriguella (Girona). Desde entonces los molinos han ido poblando el territorio español hasta alcanzar una potencia instalada de 31.617 MW (datos a octubre de 2024) gracias a los 22.000 aerogeneradores repartidos por toda la geografía nacional.

Del autoconsumo solar ya hemos hablado en otro artículo, con 28.666 MW instalados. ¿Y qué pasa con el agua? Disponemos de una potencia instalada de 17.102 MW en nuestras centrales hidroeléctricas. Si toda la potencia instalada suma 128.000 MW en España, se observa ya que las renovales suponen más del 60%. Es lo que refleja a diario la monitorización de Red Eléctrica. En 2023 la generación a partir de energías renovables ya supuso más del 50% del mix eléctrico español por primera vez en la historia. Y a lo largo de 2024 se han producido récords de producción solar, como los cuatro meses consecutivos -de mayo a agosto- en los que la
fotovoltaica se convirtió en la principal fuente de energía eléctrica en España.

El sol, el viento y el agua nos han hecho más autónomos energéticamente, mejoran la industria y la economía, y han reducido las emisiones de CO2. ¿Seguimos por ese camino?.